“Cuando vi una foto de Picasso junto a una máscara africana decidí que la máscara iba a ser el vehículo conductor de mi novela Tal vez Dakar. Inicié así un apasionante periodo de documentación sobre el arte africano, en primer lugar, con respecto a lo que había supuesto para las vanguardias, para el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo; y en segundo lugar con respecto a lo que verdaderamente significaban las máscaras en sí, algo muy distinto a lo que vieron en ellas aquellos pintores de principios del siglo XX.

Porque si estos pintores apreciaron la simetría, el volumen, una nueva manera de representar las formas, ello nunca fue el objetivo de los africanos que las esculpieron, cada máscara estaba realizada con un objeto, estaba cargada con un espíritu que tenía una función que cumplir. Descubrí en las máscaras una parte de la espiritualidad y de la esencia de la cultura africana, una cultura de una riqueza y una diversidad que jamás había imaginado.

No cabe duda de que Salvador Domínguez ha realizado una investigación similar, lo que le lleva a regalarnos su mirada sobre estas obras de arte, yo aprecio en sus cuadros, además de trazos cubistas, de trazos de expresionismo abstracto, un homenaje a esa espiritualidad, a esa cultura africana tan rica y diversa que tuve la suerte de descubrir, y que ahora continúo admirando a través de los cuadros de esta estupenda exposición”.